La miel, un alimento clave en la repostería

Las abejas son uno de los animales “domesticados” por el hombre con la finalidad de obtener sus productos. Sin duda, el más destacado es la miel, para fabricarla recolectan el néctar de las flores y lo transforman en sus colmenas. La miel tiene un sabor dulce y también un aroma característico. Este varía según el origen floral, el clima y la zona geográfica en la que viven las abejas. La miel es un alimento muy nutritivo, que aporta energía, vitaminas, minerales, antioxidantes y enzimas. Además, tiene propiedades antibacterianas, antiinflamatorias, cicatrizantes y expectorantes, entre otras.

Pero no solo es un alimento saludable, sino también un ingrediente clave en la repostería, ya que aporta sabor, textura, color y humedad a las preparaciones dulces. La miel se puede usar para endulzar, aromatizar, conservar, caramelizar, glasear y decorar todo tipo de postres, como bizcochos, galletas, tartas, flanes, helados, cremas, mousses, etc. También se puede combinar con otros ingredientes, como frutas, frutos secos, especias, chocolate, queso, etc., para crear recetas originales y deliciosas.

¿Qué tipos de miel existen y cómo se pueden usar en la repostería?

Podemos decir que existen muchos tipos de miel. Estos se clasifican en función del origen floral, el color, la textura, el sabor y el aroma. Algunos de los tipos de miel más comunes son:

– Miel de azahar: es una miel clara, líquida y de sabor suave y floral. Su origen está en el néctar de los cítricos, como el naranjo, el limonero o el mandarino. Es una miel ideal para endulzar infusiones, zumos, yogures o frutas, y para elaborar postres ligeros y refrescantes, como sorbetes, natillas, gelatinas o mousses.

– Miel de romero: esta es una miel blanca, cristalizada y de sabor intenso y aromático. Proviene del néctar del romero, una planta aromática muy común en el Mediterráneo. Es una miel perfecta para aromatizar masas, como la de los bizcochos, las galletas o el pan, y para acompañar quesos, frutos secos o frutas deshidratadas.

– Miel de eucalipto: estamos ante una miel oscura, líquida y de sabor fuerte y balsámico. Como su nombre indica se obtiene del néctar del eucalipto, un árbol originario de Australia. Es una miel que ayuda a aliviar los problemas respiratorios, como la tos, el catarro o el asma, y que se puede usar para hacer caramelos, jarabes, salsas o vinagretas.

– Miel de brezo: esta tiene un tono ámbar, es espesa y de sabor amargo y persistente. El  brezo es una planta silvestre que crece en zonas montañosas. Es una miel que tiene propiedades diuréticas, depurativas y antiinflamatorias, y que se puede usar para hacer postres cremosos y densos, como flanes, pudines, arroz con leche o helados.

– Miel de castaño: es oscura, líquida y de sabor fuerte y ácido. El castaño es un árbol típico de los bosques templados. Esta miel tiene propiedades antisépticas, cicatrizantes y antioxidantes, y se puede usar para hacer postres con sabor a otoño, como tartas, pasteles, compotas o mermeladas.

Como puedes suponer, estos son solo algunos ejemplos de los tipos de miel que existen y de cómo se pueden usar en la repostería, pero hay muchos más. Lo importante es elegir la miel que más te guste y que mejor se adapte a la receta que quieras hacer. Y a partir de aquí,  experimentar con las diferentes combinaciones y posibilidades que ofrece este alimento tan versátil y delicioso.

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