España es el segundo destino turístico más visitado del mundo y además los españoles somos los ciudadanos que más consumimos fuera de casa. Visto así, incluso aunque la restauración sea un mercado maduro y consolidado ¿por qué no montar un bar?…
Pues bien, uno de los grandes y más habituales errores detectados en el sector de la hostelería es lanzarse a “montar un bar” para capitalizar el paro pensando que “para la hostelería vale cualquiera”, desde el desconocimiento inconsciente de todo lo que debemos controlar para abrir una empresa de este tipo con la debida profesionalidad desde el principio. Porque para lanzarse a este reto, no bastará solo con saber que en esta clase de negocio las bebidas más demandadas serán la cerveza y el café, o que las patatas fritas nos dejarán una gran rentabilidad…
Dicho esto, quien hable de oídas de que montar un bar es fácil o piensa que está todo inventado se equivoca rotundamente. De acuerdo a la opinión de los consultores especializados todavía existen oportunidades en el sector siempre que se parta de un apuesta hostelera que contemple: un plan comercial riguroso, innovación y creatividad, así como diferenciación en todo los aspectos, desde el logo del establecimiento, al diseño de la carta, el ambiente del local o la comunicación.
Los clientes actuales nos obligan a conectar con ellos de otro modo al que se venía haciendo, ya que muchos entran a nuestro local en la búsqueda de una experiencia satisfactoria, pero también global. Por ejemplo, no solo querrán sentarse a tomar una cerveza, sino que deberá estar bien tirada, a su temperatura, en buena cristalerías y además al amparo de un trato personalizado, tal que al salir del local, tenga la sensación de haber invertido bien su tiempo, hasta el punto de que esa experiencia continúe más allá de una dimensión física y “quiera compartirlo” en sus redes sociales.
Una aspecto clave para montar un bar con una mayor viabilidad empresarial, y muchas veces olvidado, sería la realización de un plan de empresa que tenga en consideración todo las cuestiones afectas a lo que supone emprender un negocio. Poniendo sobre la mesa, no solo el marketing a realizar, sino el desarrollo adecuado de toda la propuesta de producto, y también una desglose del plan financiero previsto. Y es que de forma general y repetida, toda esta parte suele ser obviada por la mayoría de nuevos empresarios de hostelería.
Ya que, por desgracia, la actual coyuntura social que rodea a la hostelería no parte de una adecuada formación y de un “business plan” previos como conditio sine qua non para poder realizar una apertura con un mínimo de garantías. Sino de la idealización de un sector y la exacerbación de un componente romántico, que si bien es cierto resulta necesario para servir a los demás con acierto, no será un pilar básico y crucial dentro de nuestro plan de negocio.
Males endémicos que no solo afectarán a los establecimientos de clase media o de barrio, sino también a esos locales de moda que, financiados en su mayoría por marcas de postín o por gente de la farándula a los que les encanta ser “uno más” una noche al año. Se lanzan a crear espacios destinados a la hostelería que, en un corto plazo, acaban convirtiéndose en auténticos circos, donde el “postureo” incluso dentro de la barra y en la sala (por no hablar de la cocina) eliminan cualquier atisbo de lo básico, incluyendo el de ganar dinero (mucho o poco), que es el principio básico de cualquier negocio.
A título de ejemplo, podemos comprobar como a diario en el sector se escatima continuamente en la inversión clave, es decir, en la materia prima. De tal manera que los resultados a corto plazo son los que son, malos. Entonces, ¿por qué no ver a nuestros proveedores también como posibles socios? Si a nosotros nos va bien, a ellos también.
Habitualmente se dejan de lado las alianzas estratégicas por priorizar en los márgenes a costa de la calidad, y es aquí dónde surge de nuevo la pregunta, ¿Ocurriría esto si los emprendedores contarán con mínimo de formación y planteamiento serio de partida?
En cuanto a capital humano se va muchas veces a costes, en vez de rodearse de buenos profesionales con experiencia así como de otros sin ella, pero con ganas. Y otras tantas, se es ineficaz en la gestión simplemente porque los emprendedores quieren abarcarlo todo, cuando en realidad delegar resulta fundamental para no verse desbordados.
En definitiva, si partimos de que la seguridad absoluta o el éxito no se puede garantizar nunca en los negocios, debemos tomarnos la apertura de una sala, no como una aventura, sino como un proyecto empresarial en toda regla, con todo lo que ello implica, ya que sólo así, minimizaremos los riesgos en la apertura, sino de mantenernos e incluso de crecer con el paso del tiempo.
Como conclusión, cuánto más control sobre el detalle tengamos, más posibilidades tendremos de cumplir nuestro objetivo, sea cual sea, desterrando la idea de que aquí vale todo, y quizás sólo así el local no cierre en el primer año.
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Experto universitario en Protocolo, Ceremonial y Organización de Eventos por la Universidad Miguel Hernández de Elche y Escuela Internacional de Protocolo Madrid. Actualmente se dedica a la consultoría comercial, marketing vinícola y formación externa para restauración, hotelería y bodegas. Protocolo & Wine y participa en diferentes medios como divulgador sobre vino y protocolo. Docente de EstudiaHosteleria.com . Puedes consultar toda nuestra nuestra oferta formativa de cursos y másteres en nuestra web.
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