El olivo es uno de los árboles más antiguos y emblemáticos de la cultura mediterránea. Su fruto, la aceituna, y su producto derivado, el aceite de oliva, han sido fundamentales para la alimentación, la salud y la economía de las civilizaciones que se han asentado en esta región a lo largo de la historia.
El olivo: emblema de la cultura mediterránea
El origen del olivo lo encontramos hace unos 6.000 años, en zonas del Levante Mediterráneo y sus zonas de influencia. Desde allí, su cultivo se extendió por el Mediterráneo gracias al comercio y las migraciones de fenicios, griegos y romanos.
Estas civilizaciones valoraban el aceite de oliva no solo como un alimento básico, sino también como un elemento ritual, medicinal y cosmético. El aceite de oliva era usado para ungir a los dioses, a los reyes y a los atletas. También se utilizaba para curar heridas, enfermedades e infecciones. Asimismo, su valor como cosmético de calidad estaba muy extendido, sobre todo para embellecer la piel y el cabello.
El olivo también ha sido, desde siempre, un símbolo de paz, sabiduría y prosperidad. Dada su enorme importancia para la cultura mediterránea, lo encontramos como un símbolo relevante en religiones como la mitología griega y la cristiana.
Gastronómicamente, el olivo ha cambiado nuestro arte culinario, al aportar un sabor único y una gran variedad de beneficios nutricionales. El aceite de oliva es rico en ácidos grasos monoinsaturados, que ayudan a reducir el colesterol malo y a prevenir enfermedades cardiovasculares. También contiene antioxidantes, vitaminas y minerales que protegen las células del envejecimiento y el estrés oxidativo. Además, el aceite de oliva realza el sabor y el aroma de los alimentos, y es un ingrediente imprescindible para elaborar platos típicos del área mediterránea como el gazpacho, la ensalada griega o la pasta al pesto.
Patrimonio natural y cultural que hay que preservar
Conocido como oro líquido, el aceite de oliva es, hoy en día, uno de los productos alimentarios más valorados y demandados en todo el mundo.
Su cultivo sigue siendo una actividad económica importante para muchos países del mediterráneo, incluida España, que produce más del 90% del aceite de oliva mundial. Solo en nuestro país se cultivan cerca de 250 variedades de olivos y se han producido cerca de unos 1,5 millones de toneladas el año pasado.
Picual, cornicabra, hojiblanca, arbequina, picudo, manzanilla, gordal, verdial… Seguro que te suenen alguna de las variedades de oliva que dan lugar a aceites virgen extra de enorme calidad presentes en todas las cocinas españolas.
No cabe duda de que el olivo y, más concretamente, el aceite de oliva es nuestro más preciado tesoro gastronómico. Símbolo no solo de nuestra gastronomía, sino de nuestra cultura y modo de vida.
Sin el aceite de oliva, no existiría una de las culturas gastronómicas más extendidas, importantes y saludables del mundo: la mediterránea.
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