Higiene en los alimentos: Pieza clave en la seguridad alimentaria

Para la OMS (Organización Mundial de la Salud) las enfermedades de transmisión alimentaria son uno de los mayores problemas de salud pública a escala mundial. Esto en parte es debido a que la cadena de suministro alimentaria se ha vuelto mucho más compleja. La higiene de los alimentos no debe mantenerse solo en el proceso de fabricación de los alimentos sino en todos los pasos que estos siguen hasta su consumo final.

Y es que cada eslabón de la cadena alimentaria (desde el campesino que planta las semillas hasta el consumidor final) tiene importancia en lo relativo a la higiene de los alimentos.

Podemos definir la higiene como el conjunto de reglas y hábitos para la promoción de la salud. En este sentido la higiene de los alimentos o seguridad alimentaria son el conjunto de acciones que nos permiten asegurar la inocuidad de los alimentos. El cocinado o procesado de los alimentos permite la destrucción de las bacterias que pueden resultar perjudiciales. Pero también es importante la protección del alimento frente a la contaminación externa. Todo el personal que tenga parte en la producción y comercialización de los alimentos es responsable de mantener las prácticas higiénicas adecuadas.

Se considera que los alimentos están contaminados cuando se les añade sustancias que normalmente no están en ellos. Los alimentos contaminados pueden resultar peligrosos para los consumidores por causa física o provocando alguna enfermedad. Estos peligros pueden ser biológicos, químicos o físicos.

Las diferentes causas que pueden contaminar los alimentos

Al ser estructuras biológicas, los alimentos se pueden alterar por descomposición natural. Las enzimas presentes de manera natural en los seres vivos aceleran sus procesos de degradación a nivel celular, lo que hace que pierdan nutrientes. Además, esto lleva a pérdidas de agua y a cambios de color.

Más peligrosa es la contaminación por microorganismos, son numerosas las bacterias que pueden afectar a los alimentos sin que existan alteraciones de los mismos que nos indiquen su presencia. Obviamente no todas las bacterias son peligrosas, algunas son necesarias como las que intervienen en el proceso de producción del queso, el yogur o el vinagre. Pero las que llevan a que suframos enfermedades pueden suponer un serio problema, especialmente para las personas con un sistema inmune débil.

Como consumidores, debemos mantener una serie de prácticas que inciden en la higiene de los alimentos y la seguridad alimentaria. La principal es el lavado frecuente de manos con agua y jabón, especialmente antes de manipular cualquier alimento. Del mismo modo debemos lavar adecuadamente los utensilios y las zonas de trabajo en las que tratemos los alimentos. Las verduras y las frutas tenemos que lavarlas antes de manipularlas. Una cuestión muy importante es no recalentar los alimentos más de una vez. Además de no volver a congelar los productos que ya hayan sido descongelados y tampoco descongelarlos a temperatura ambiente, es mejor hacerlo en la parte baja del frigorífico, bajo un chorro de agua fría o en el microondas.

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