Hoy en día es muy común hablar de maridaje en todo lo relativo a la gastronomía. Algunos expertos definen este término como la “unión, analogía o conformidad con que algunas cosas se enlazan o corresponden entre sí”.
Se trata pues de encontrar una unión perfecta de sabores entre vinos y platos, lograr que tanto los aromas como los sabores combinen a la perfección para conseguir el mayor disfrute de los sentidos.
Los humanos percibimos el sabor a través de cuatro expresiones diferentes: amargo, ácido, salado y dulce. Maridar supone buscar que la suma de sabores logre un conjunto más agradable, estimulante o armónico.
La acidez de los vinos viene determinada por el tipo de uva con la que se elaboren. En general, los vinos blancos suelen ser los más ácidos. Una de sus características es la de resaltar los sabores de la comida. Gracias a la acidez del vino podemos paliar la sensación de salado de un plato, o suavizar la textura aceitosa de algunas cremas o quesos.
Los vinos tintos suelen ser más amargos. Suelen maridarse con las carnes de sabores intensos como los asados de carne roja o los ahumados.
Prácticamente todos los vinos tienen un toque dulce, ya que el azúcar está presente en la uva. Los vinos más dulces van muy bien para acompañar a las comidas muy especiadas, también a los platos agridulces y los postres.
El arte del maridaje
Uno de los principios que se siguen casi siempre a la hora de maridar es el de la intensidad gustativa, el sabor del vino y el del plato deben complementarse no anularse. Si nos atenemos a la norma clásica esta determina que los vinos blancos e emplean para combinar con pescados y carnes blancas, los tintos con las carnes rojas y los generosos para postres. Sin embargo el mundo de la gastronomía también permite innovar de manera creativa aunque con un sentido.
Tipos de maridajes
Existen diferentes tipologías de maridajes en función del resultado que se quiera lograr.
Maridaje por contraste
Se busca mezclar alimentos a través de texturas y sabores diferentes. Por ejemplo una combinación posible puede ser un vino ácido con un alimento graso o uno dulce. También puede ser un vino dulce con un alimento salado. Se trata de crear un efecto en el que las sensaciones se funden en la boca.
Maridaje por semejanza
Se trata en este caso de potenciar los sabores, se toma una característica del alimento y se trata de encontrar un vino que la potencie. Este es quizás el tipo de maridaje más habitual, pero se corre al usarlo el riesgo de hacer el conjunto demasiado pesado.
Maridaje por proximidad
Este tipo de maridaje que nos suele dar la propia cultura popular, se trata de combinar productos locales, es decir, buscar los vinos locales que mejor casen con los alimentos de la región en la que estemos.
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